El vínculo laboral se
expresa y desarrolla en un conjunto humano en el que interactúan factores
económicos, técnicos, sociales, culturales, psíquicos; dado que el empleador y
los empleados pasan mucho tiempo de su vida en dicho ambiente, todos han de
tender a su hominización.
Toda organización es
considerada un sistema social, por lo tanto si ésta funciona generando un Ambiente Óptimo, capaz de satisfacer
las necesidades de los trabajadores, estos lograrán crecer, desarrollarse y
encontrar su mayor satisfacción y autorrealización, lo que guiará a la
consecución de los objetivos de la empresa. Por lo que se puede decir que el Ambiente o Clima Organizacional es el
conjunto de variables que intervienen para determinar el estado interno y la
salud de la organización. Estas variables son: beneficios, relación superior/supervisado,
incentivos, participación, políticas, procedimientos, seguridad, servicios,
salarios, entre otros, o las condiciones de trabajo en general.
Así como la sociedad posee
una herencia cultural, las organizaciones tienen factores de incentivos, de
sentimientos y creencias colectivos que son transmitidos a los nuevos miembros
del grupo que la componen. La Cultura Organizacional
es un grupo complejo de valores, tradiciones, políticas, supuestos,
comportamientos y creencias esenciales que se manifiesta en los símbolos, los
mitos, el lenguaje y los comportamientos y constituye un marco de referencia
compartido para todo lo que se hace y se piensa en una organización. Por ser un
marco de referencia, no atiende cuestiones puntuales, sino que establece las
prioridades y preferencias acerca de lo que es esperable por parte de los
individuos que la conforman.
En todo sistema cultural
coexisten culturas locales o sectoriales y para que dicha coexistencia sea
posible no deben entrar en contradicción con la identidad propia de la
organización. Para lo que es posible reconocer distintas categorías de sistemas
culturales, a saber: Fuertes o Débiles,
según la intensidad con que los rasgos culturales impulsan las conductas de los
individuos, por lo que cuanto mayor sean esos rasgos, se impondrán más firmemente
sobre las conductas, no sólo de los integrantes de la organización, sino sobre
otros pertenecientes a otras organizaciones; Concentradas o Fragmentadas, según el grado de autodeterminación de
la cultura por parte de las unidades componentes de una organización; Tendientes al Cierre o a la Apertura,
según la permeabilidad del sistema a los cambios del entorno y autónomas o reflejas, en virtud de si
las pautas son singulares o imitación de un modelo externo.
Al hacer una distinción de
los Tipos de Culturas se tiene: la Cultura del Poder, caracterizada por
el juego de negociación y compromiso entre individuos, grupos y coaliciones en
conflicto, fuente central de poder, el crecimiento de la organización depende
de la capacidad de la persona que está en el centro, organización politizada,
cultura orgullosa y fuerte, y motivación por dinero o símbolos; la Cultura
de la Función, que es típica de las burocracias, es lógica y racional, coexisten
funciones especializadas, coordinadas por pequeños grupos en la cima de la
organización y el conocimiento de las normas y especialización, la Cultura de la Persona, donde el
individuo es el eje principal, diseñada para servir a sus miembros, aplicable a
organizaciones de profesionales, existe gran autonomía decisoria individual, sus
integrantes se destacan por sí mismos, cuesta lograr la identificación con la
organización y se establece la influencia y negociación uno a uno, y la Cultura de la Tarea, donde la
capacidad técnica es la fuente del poder, se aplica en estructuras matriciales
y virtuales, se comparte el conocimiento, apta para la resolución de problemas,
manejo de proyectos complejos e innovadores, no existen privilegios (edad,
antigüedad, entre otras cosas.) y es una cultura de equipo y muy adaptable.
La Cultura de las Organizaciones Públicas durante mucho tiempo, se ha
basado en el concepto de control-verificación; ha supuesto un sometimiento de
las acciones administrativas al conjunto de reglas formales, centradas
básicamente en el respeto escrupuloso al procedimiento jurídico-administrativo
que regulan tales acciones. Junto a la cultura del control, se introduce lo que
se ha convenido en llamar la cultura de la programación, desde la que se
intenta establecer un marco racional y temporal a las acciones que se
emprenden, siendo un aspecto esencial de gestión. Aunado a esto está la cultura
de la evaluación que, sobre todo, en tiempos de recesión económica, adquiere
gran relevancia, pues desde esta clave cultural la administración pública
evalúa sus actuaciones, analiza en qué medida responden a las necesidades
reales y a los objetivos previstos y plantea el modo de intervención más
adecuado, a fin de que puedan desarrollarse de la forma más satisfactoria para
el usuario y más eficiente para la administración.
Por otra parte, en las Organizaciones Privadas la cultura
varia, perciben la orientación de la gestión de un modo más efectivo que los de
las organizaciones públicas, además, perciben un mayor interés de sus
organizaciones por los empleados en relación con los factores intrínsecos,
extrínsecos y de progreso. Estos son explicables al tener en cuenta que ambos
son procesos altamente influenciables por el propio diseño de la estructura
organizativa, en este sentido, las organizaciones públicas están, en términos
relativos, más rígidamente estructuradas, burocratizadas y jerarquizadas que
las organizaciones pertenecientes al sector privado.
No debe descuidarse que la
cultura proporciona a la organización un marco interpretativo, una estructura
instituida desde la cual se asigna significado a las acciones cotidianas y se
comprenden los fenómenos organizacionales, para lo cual es importante promover
el Desarrollo de la Cultura Organizacional
con la finalidad de cohesionar la organización, puesto que a través de esta
se genera en los sujetos un sentimiento de pertenencia. Por lo tanto, promover
la cultura implica generar condiciones para originar equipos de alto desempeño,
entendiendo que el aprendizaje en equipo implica generar valor al trabajo y más
adaptabilidad al cambio con una amplia visión hacia la innovación, y que la
organización en miras al éxito pueda garantizar calidad de sus líderes con plena libertad en
el sentido de su autonomía, poseedores de un alto nivel de capacidades, lo cual
le permite gerenciar el cambio con visión proactiva.
A manera de conclusión se
puede decir, que el ser humano posee muchas aptitudes para la productividad que
pueden permanecer inactivas si el ambiente en que vive y trabaja le impacta de
manera destructiva y hostil, e impide su crecimiento y la expansión de sus
potencialidades; por lo que las organizaciones deben crear ambientes laborales
óptimos liderado por una cultura organizacional con un sistema de valores controle los
mecanismos de socialización y el sistema de racionalidad desde el que
aprehender e interactuar con la realidad.
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